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Foto del escritorMario Curuchet

Las emociones, la irracionalidad y la sabiduría

Para comprender por que hacemos lo que hacemos es necesario conocer ciertas pautas de nuestro comportamiento emocional.


¿Cómo podemos ser tan irracionales?

Esa es una pregunta que me hacía cuando reflexionaba la siguiente definición: “¿El hombre es un ser racional?”. Luego me di cuenta que no estaba frente a una definición completa de los seres humanos, que el hombre es primero emocional y posteriormente racional, y sigue incompleta. Al menos así comenzamos la vida, desarrollamos primero estructuras cerebrales para emocionarnos y luego estructuras para razonar. Así que es lógico comprender cómo los seres humanos podemos hacer cosas sin pensar, motivados solo por las emociones, incluso ser irracionales. Las personas sabemos razonar, calcular, relacionar, entender, "hasta cierto punto", pero… ¿emocionarnos?, lo desconocemos. A lo primero le dedicamos muchos años en la formación académica que accedemos, a lo segundo, ni una sola hora. ¿Está claro por qué podemos ser irracionales? La acción de emocionarnos la aprendemos en la calle por decirlo de alguna manera, día a día, a veces lo hacemos bien, a veces lo hacemos mal y el modo o estilo emocional que adoptamos está relacionado a las personas con las que crecemos y las experiencias percibidas.


¿Cuál es juego del Límbico?

El cerebro límbico es la estructura subcortical (debajo de la corteza cerebral) que está vinculada con la acción de emocionarnos. Así como el neocórtex está relacionado con las funciones cognitivas, con la acción de pensar, del lenguaje, de la consciencia; el límbico, junto con otras estructuras neuronales fuera del encéfalo, está vinculado con las emociones. Del tamaño de un puño cerrado pequeño, el límbico determina el mejor estilo emocional que considera para nuestra existencia. Es una pequeña parte de nuestro cerebro, incluso muy sabio para su tamaño. El pequeñito tiene la función, desde que se forma en nuestro encéfalo, de velar por nuestra seguridad, nuestra supervivencia. Incluso me animo a decir que todos estos pequeñitos son los responsables de la supervivencia de la especie. Creo que es dable que le expresemos nuestros respetos.


¿Cómo lo hace?

¿Cómo se ocupa de nuestra supervivencia? Bueno, primero que el límbico cuando nacemos y se desarrolla ya cuenta con esquemas o patrones de reacciones emocionales que le permiten entrar en acción incluso antes que otras áreas cerebrales se desarrollen por completo. Antes que podamos comprender el significado de mamá o papá, antes de caminar o hablar, ya contamos con la habilidad de emocionarnos, de sentir miedo frente a un peligro, de sentir tristeza ante una pérdida, enojo frente a las situaciones que salen mal o incluso alegría cuando nos encontramos satisfechos. Pero a partir de la acción de vivir, día a día el Límbico revisa segundo a segundo, analiza lo que pasa “ahí afuera” en relación a nuestra supervivencia calculando qué, de todo lo que pasa, puede afectar o estar afectando mi supervivencia. Si a lo que evalúa a través de la visión, olfato, tacto, audición o gusto, lo encuentra parecido a una información –a la que muchas veces solo él puede acceder– relacionada con el peligro, la pérdida o lo injusto, activa una respuesta emocional. Y como las emociones nos conducen a la acción, entonces puedo hacer algo al respecto, sobrevivir. Y es así como sobrevivimos, cuatro sabios patrones de nacimiento y posteriormente formados en la experiencia del vivir nos permiten seguir vivos frente a una realidad que nos acontece a veces peligrosa. Para verlo de otra forma: si no pudiéramos sentir miedo ante un peligro real o inminente, si no pudiéramos sentir tristeza ante la pérdida de algo que valoro, si no sintiera enojo frente a un trato injusto o incluso alegría cuando lo que acontece está en línea con mi supervivencia, no sobreviviríamos. Si no sentimos la realidad, no estamos en contacto con ella. Esto es peligroso.

Una cosa más, la más importante


El límbico no se equivoca jamás cuando se trata de supervivencia, “la naturaleza es sabia”. Pero cuando además de sobrevivir pretendemos orientarnos hacia el bienestar en nuestras vidas, este pequeñito suele insistir con la supervivencia. Los seres humanos intentamos sobrevivir y orientarnos al bienestar, son dos cosas distintas que van de la mano y contamos con el límbico para la supervivencia, y podemos decir con el neocórtex para el bienestar en nuestras vidas. Esta es una manera de decir, claro, no muy académica por cierto, porque el sistema nervioso central compuesto por el encéfalo y la médula, actúan integrados en continua comunicación.Así que adelanto que para una eficiente supervivencia y bienestar en nuestras vidas, requerimos de un cerebro entrenado en la comunicación límbica neocortical.


La torpeza del límbico

Por suerte tenemos un cerebro límbico, pero muchas veces nos arrepentimos conscientemente de cómo funciona y es cuando actuamos de manera espontánea, por ejemplo luego de que cometemos ciertas acciones nos arrepentimos de lo que hicimos. Nos pasa tanto en la relación con el otro como en la relación con nosotros mismos. Cuando el límbico actúa sin la intervención de la reflexión (neocórtex), actúa en nombre de nuestra supervivencia, entonces por ejemplo frente a un miedo prefiere huir y no siempre es la mejor respuesta ni más conveniente para nuestro bienestar. Cuando evaluamos lo que está sucediendo, el límbico compara por asociación con otros momentos de nuestra vida o momentos de la vida de los demás y ofrece una respuesta basada en aquella experiencia. Esto puede ser muy sabio o puede ser desacertado.Así las personas muy emocionales podrían ofrecer respuestas poco adaptativas a los sucesos que les acontecen y tener menos éxito en lograr bienestar en sus vidas.


La consciencia de uno mismo

Es lo único que puede ayudarme a responder adaptativamente, a mejorar mi desempeño frente a situaciones que me emocionan. La consciencia es una función superior y compleja que solo posee el ser humano, incluso es lo último que se desarrolla en nosotros junto con el lenguaje después de miles de años de evolución. La consciencia de uno mismo, de lo que nos pasa por dentro, de cómo me siento, de cuáles son mis límites, de qué es lo que quiero en la vida, es una de las fases de casi todos los procesos orientados a la Gestión e Inteligencia Emocional. Tomar consciencia es el primer paso, tan importante en la trama evolutiva del ser humano como lo fue el primer paso de Lucy. Continuaré ampliando.


Por Mario Curuchet Senior Coach Profesional y Facilitador de Constelaciones Familiares

Referencias

Goleman, D. (2018). Inteligencia emocional en la empresa. Barcelona. Conecta.

Goleman, D. (2000). La inteligencia emocional. Bs. As. Vergara.

Bisquerra, R., Punset, E. (2018). Universo de Emociones. Valencia. Paula Gea


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1 Comment


Guest
Sep 17

MUY BUEN TEXTO ME ENCANTO


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